La cooperación es tan antigua como la humanidad misma, pero el sistema cooperativo, tal como lo conocemos hoy, se remonta al siglo XIX en el Reino Unido, en el contexto de la Revolución Industrial. La historia del movimiento cooperativista se forjó junto a otros estallidos sociales del colectivo obrero y buscaba una transformación social.
El origen de la cooperativa moderna se encuentra en la localidad de Fenwick, Escocia. El 14 de marzo de 1761, en una casa de campo apenas amueblada, varios tejedores de la zona escondieron un saco de avena que trasladaron a una habitación recién encalada de la casa de John Walker y comenzaron a vender su contenido a un precio reducido. Así nació la Fenwick Weavers’ Society (Sociedad de Tejedores de Fenwick).
La primera sociedad cooperativa moderna surgió en 1844, cuando un grupo de 28 artesanos que trabajaban en las fábricas de algodón de Rochdale, en el norte de Inglaterra, fundó la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale.
Este grupo, conocido como los Pioneros de Rochdale, es considerado el precursor de las sociedades cooperativas modernas y los fundadores del movimiento cooperativista.
Nuevo modelo, nuevas condiciones
Bajo el modelo cooperativista, los trabajadores de las fábricas de algodón lograron mejorar su calidad de vida. Los tejedores, que enfrentaban condiciones de trabajo miserables y salarios bajos, decidieron reunir sus escasos recursos y colaborar para acceder a bienes básicos a un precio más asequible.
En sus inicios, la cooperativa comercializaba productos como harina, avena, azúcar y mantequilla a un costo menor que el del mercado. Con el tiempo, la demanda creció, y los Pioneros comprendieron la importancia de tratar a los consumidores con honestidad, transparencia y respeto.
Por ello, establecieron que los trabajadores debían participar en los beneficios de acuerdo con su contribución y tener voz en las decisiones del negocio. A partir de ese momento, cada cliente de la tienda se convirtió en miembro de la cooperativa.
Historia del cooperativismo en España
La primera cooperativa registrada en España data de 1840, con la constitución de la pionera Asociación de Tejedores de Barcelona. Sin embargo, ocho años después, el negocio fue adquirido por una compañía privada.
Debido a la inestabilidad política en España durante el siglo XIX, no se consolidó una legislación específica sobre el cooperativismo hasta 1887, cuando se promulgó la Ley de Asociación. La evolución del régimen cooperativista en España ha sido desigual a lo largo de los años, dependiendo del contexto político del país.
En 1931 se aprobó la primera Ley de Cooperativas en España, pero en 1939, con la llegada de la dictadura franquista, se derogó la legislación cooperativa y se confiscaron sus propiedades.
En 1942 se aprobó una nueva Ley de Cooperativas, aunque esta se centraba principalmente en las asociaciones agrícolas. Durante los primeros años de la dictadura, la mayoría de las cooperativas fueron controladas e intervenidas, ya que se percibían como instrumentos de movimientos revolucionarios y socialistas. En los años sesenta, el movimiento cooperativista comenzó a consolidarse en España, aunque con un enfoque predominantemente agrícola y escasa penetración en el sector industrial.
Con la llegada de la democracia en 1975 y el aperturismo económico, las cooperativas recuperaron protagonismo en otros sectores. Se modificó el marco legislativo y se impulsó su crecimiento.